sábado, 1 de noviembre de 2014

La pareja liberal, del exclusivismo al liberalismo.

Originalmente, la pareja liberal es una pareja normal que, un día, decidió cambiar su sexualidad más allá de los límites de la conformidad. A los amantes del mundo liberal, les encantan la diversidad, ya sea durante los juegos traviesos, discusiones eróticas o fines de semana libertinas… La sexualidad de la pareja se metamorfosea y cambia de rumbo, esta vez hacia lo colectivo, pero no tiene que dejar de estar enmarcada y bien encauzada.
El swinging (o intercambio) se define como la relación temporal entre dos parejas. La mujer tiene relaciones sexuales con un hombre que no es su marido y el hombre tiene relaciones sexuales con la compañera de otro. Todo esto aprobado y consensuado por los dos miembros de la pareja y firmado a cuatro manos donde la ética, el respeto y la higiene son tan importantes como el placer sexual. Aún así, el swinging no se limita sólo al intercambio entre parejas, sino a un estilo de vida donde hay tantas variantes como parejas y donde los hombres y las mujeres sin pareja tienen también su espacio.
Pareja-liberalPero, limitándonos a la pareja liberal, podemos decir que esta está impulsada por un profundo deseo de buscar a la “pareja afín” y que está encaminada a comunicar su apetencia sexual hacia fuera, hacia otra pareja.
Ante todo un deseo compartido
El deseo de compartir viene de la curiosidad de explorar una nueva forma de compartir la diversión. La pareja individual, que ya se ha proyectado en su propia sexualidad íntima, decide innovar dando libre curso a sus fantasías. Encontrar a la pareja afín no es tarea fácil pero sí una acción necesaria si se quiere estrenar a nuevas sensaciones dentro del mundo liberal.
La atracción física no es el único criterio para elegir a una pareja afín. Sondear personalidades, motivaciones y estilo de vida forman parte del juego y de la seducción en el mundo liberal.
Compartir momentos de encuentro “tradicionales” entre parejas fomenta la confianza y nos permiten dejarse ir. Tomar una copa, improvisar una cena, asistir a fiestas… cualquier oportunidad es buena para encontrar a la pareja afín.
Es el encuentro de cuatro deseos que facilita un intercambio satisfactorio entre dos parejas y, a esto, le podemos sumar una conciencia tranquila alimentada por el consenso y la aprobación. Cero engaño o cero mentira: todo tiene que estar al descubierto para que reine la transparencia. A pesar de esto, los celos pueden surgir debido a gestos ambiguos, expresiones faciales, situaciones anodinas o ambiguas (sonrisas, exceso de confianza, fusión amistosa, caricias, …), pero siempre hay que informar y hablar con su pareja para tranquilizarse y poder dominar estos celos para que sean un aliado al morbo en vez de provocar conflictos.
Sin embargo, hay que tener cuidado! El intercambio no está exento de peligro para la salud emocional y física de la pareja. Una pareja frágil se verá aún más debilitada si experimenta al azar varias soluciones libertinas, incluido el intercambio. No es ciertamente un recurso de última hora que sirva para salvar a la pareja. Muchas parejas pues necesitan de una consumada salud emocional. Además, no hay que obviar de tener una higiene física irreprochable (pruebas de ETS/ITS regulares, consultas médicas a la menor alarma, uso correcto de preservativos…).
Una filosofía, una forma de vida
Cada vez más, la pareja liberal frecuenta clubs de intercambio, redes sociales o webs de contactos para citas en un entorno más privado o más íntimo.
Antes de lanzarse al mundo del intercambio, muchos juegan el juego de la espera y de la observación con el fin de tranquilizarse. Esta fase es muchas veces necesaria para dar tiempo a la pareja de familiarizarse y elaborar las bases del consentimiento libre y consensuado y, así, fomentar el deseo compartido. No se trata de obligarse o de forzar al otro.
Aprenda a conservar la pareja
El intercambio implica una sexualidad abierta y en grupo. Si se da más importancia a la exclusividad de la intimidad, el intercambio no es el camino a seguir. Además, una regla de oro es siempre respetar el (no) deseo del otro miembro de la pareja. Una norma que no se puede en ningún caso transgredir!
La fantasía de hacer florecer la sexualidad fuera del lecho conyugal puede excitar la imaginación y los sentidos. Pero no hay que perder de vista que siempre hay que fomentar la complicidad tanto con su pareja como con el grupo de juego. La competencia entre los miembros puede dinamitar la armonía de la pareja. En este caso siempre hay que hablar de los problemas y confiar en el otro. La pareja no tiene que dejar nunca de razonar en equipo.
El intercambio de pareja también tiene sus “dolores de cabeza”: herir el orgullo, sacudir el ego, una sospecha obsesiva, celos que se vuelven enfermizos… En todo momento, habrá que saber gestionar todos estos problemas y malentendidos que acompañan a la pareja liberal y, finalmente, decidir si el intercambio es o no la elección correcta. No hay que perder de vista que en la pareja la parte individual e íntima es tan importante como la parte liberal y libertina.
Existen muchas variantes dentro del mundo liberal como el Mélangisme (intercambio que excluye cualquier penetración y que fomenta el “toqueteo”), Candaulismo (un hombre a quien le gusta ver a su pareja tomar placer con otro u otros hombres), Voyeurismo (el mirar se vuelve excitante), Exhibicionismo (el mostrase estimula la excitación), Fetichismo (el objeto se vuelve parte importante de la sexualidad), Triolismo (Trío o “ménage a trois”: dos hombres con una mujer o dos mujeres con un hombre), Sexo en grupo (intercambio orgiástico), Gangbang (una mujer para muchos hombres), BDSM (Bondage – Disciplina y Dominación – Sumisión y Sadismo – Masoquismo o Sadomasoquismo), etc.
Pero, es simplemente una cuestión de probar y tomar la decisión sobre la variante que más se adapte a las fantasías erótico-sexuales de cada uno.

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