sábado, 1 de noviembre de 2014

Noche de animas... no de Halloween.



En mi casa nunca se celebró esta noche con historias de miedo y calabazas o melones decorados con velas. No somos muy devotos que digamos, aunque como el resto de familias, tratar ciertos temas nos causa respeto, supongo que por la incertidumbre que genera todabia hoy en día su existencia o no, aunque mucha culpa de ello la tiene el cine. Aunque ya os hable de los origenes de la fiesta de Halloween queria recordaros que esta fiesta no la inventaron los americanos, si no los celtas... ¡que bueno es ser importante y con dinero! hasta puedes reescribir la historia.

Por cierto, Halloween viene de All Hallow’s Even (víspera del día de los santos)… y eso es la noche del 1 de noviembre, no el 31 de octubre.

¿Qué es la noche de ánimas?
Es la víspera de la noche de difuntos, la noche del 1 al 2 de noviembre. La fecha mágica en la que los católicos recuerdan a sus muertos, les ayudan a salir del purgatorio y a alcanzar la luz eterna.

¿Qué son las almas en pena?
No todas las almas alcanzan el descanso tras la muerte, pues hay algunas que están condenadas a vagar por la tierra durante largo tiempo, a veces durante toda la eternidad. 10
Para que un alma goce del descanso eterno es necesario que sea enterrada apropiadamente en un terreno consagrado para ello (cementerio). De lo contrario, el alma corre sin descanso por el mundo de los vivos, buscando a alguien que le de una oportuna sepultura.
Se cuenta en Ribesella el caso de un monje que fue enterrado en un cruce de caminos, lejos del campo santo, cuya sepultura aparecía revuelta todas las mañanas. Los monjes de su monasterio se dieron cuenta de su error, comenzaron a desenterrarlo y en ese momento se les apareció el viejo monje, que les dijo “enterradme en sagrado que estoy en el cielo”: Y así hicieron.
Muchas veces, el difunto ha cometido grandes pecados, y está obligado a redimirlos, bien en el Purgatorio, bien formando parte del séquito de la Santa Compaña o bien realizando trabajos para los vivos.


¿Qué es la Santa Compaña?
La Procesión de las Ánimas, o la Santa Compaña, era una procesión de almas en pena. Iban vestidas con túnicas con capucha y vagaban durante la noche. Normalmente iban en dos hileras, generalmente envueltas en sudarios (sayo de enterramiento). Vagaban por los caminos, vestidas de blanco o de negro, con las manos frías y los pies descalzos, portando algo en sus manos: una luz, una vela, un candil, incluso huesos encendidos o pequeñas campanas que iban tañendo. Un olor a cera y un ligero viento eran las señales de que estaba pasando la legión de espectros. Al frente iba un ser vivo. santa-compana
Las Almas en pena portaban huesos encendidos a modo de teas. Generalmente, también portan un ataúd, en el cual iba un recien fallecido o el próximo en fallecer. Son muchas las personas, que al encontrarse con esta procesión, han visto que en el ataúd se encontraba un familiar, un amigo o un vecino.
La procesión iba encabezada siempre por un vivo, el cual portaba una cruz y un cubo de agua bendita. Lo necesitaban para encabezar la peregrinación; y para guiar a las ánimas por caminos, desde el cementerio hasta la casa de las víctimas previamente elegidas.
Podía suceder que alguien que se encontraba con la procesión a altas horas de la noche, se viera obligado a sustituir a este vivo y a acompañarles en su camino. Si en una de las excursiones de los difuntos se encontraban con otra persona, se producía una especie de canje de rehenes. Liberaban a la persona que venía encabezando el acompañamiento y obligaban a la que encontraban a vagar junto a ellos todas las noches, conduciendo la comitiva. También se creía que quien realizaba esa “función” no recordaba durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche. Unicamente se podía reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz era mas intensa y cada día su palidez iba en aumento. No les permitían descansar ninguna noche; por lo que su salud se iba debilitando hasta enfermar, sin que ningún médico supieran las causas de tan misterioso mal. Así que se veian condenados a vagar noche tras noche hasta que morían u otro incauto fuese sorprendido y se castigara a ocupar el puesto de guía.

La Santa Compaña solía aparecer en un cruce de caminos.
La gente tiene la idea de que quien se la encuentra es que le queda poco tiempo de vida.
Pero no debemos creer que los difuntos sólo se nos aparecen de forma fantasmagórica: A menudo se convierten en animales, como pájaros, que se acercan a los vivos para enviarles un mensaje. Esas aves anuncian la muerte y todo tipo de desgracias. Son ánimas reencarnadas.
En las partes más occidentales de Asturias, existe la costumbre de peregrinar a San Andrés de Teixido (Galicia), y se piensa que todo aquél que no lo visite en vida tendrá que ir de una manera u otra tras la muerte.
Pero el centro de peregrinación más importante de todos es el de Santiago de Compostela. Cuenta la leyenda que Santiago estaba muy afligido por haberse situado su definitiva sepultura en el extremo del mundo, pero Jesucristo le consoló diciendo que todos habrían de ir a visitarle sino en vida, sí tras la muerte, y por ello todos nosotros habremos de ir a peregrinar a Santiago por lo menos una vez en la vida.

¿Qué son las animas vivas?
Las ánimas vivas o muertos vivientes consisten en personas que han fallecido, pero que en lugar de quedarse quietas para siempre y convertirse en polvo, son capaces de realizar prodigios de todo tipo.
En el solsticio de invierno, cuando el Sol está en su punto más bajo, el día es más corto y la noche más larga, la tierra queda bajo el reinado de las tinieblas. Entonces quedamos desprotegidos de los espíritus del inframundo que vienen a invadir nuestro mundo.

¿Os cuento algunas historias?
“Cuentan que hace muchos años había una mujer que presumía de ser muy valiente. Una noche de Todos los Santos dijo a los hombres que se atrevía a subir al cementerio para clavar un clavo en la puerta. Y así lo hizo. Cogió un martillo y el clavo y se dirigió al Campo Santo. Era una noche oscura como la boca de un lobo. Subía despacio, alumbrando el camino de piedras con un candil. No dejaba de mirar hacia atrás. Los escalofríos le recorrían todo el cuerpo. Al fin llegó al cementerio y clavó la punta, pero con tan mala suerte, que sin querer agarro un extremo de sus largas sallas. Cuando se disponía a bajar al pueblo notó que no podía avanzar. Como pensó que los difuntos la estaban agarrado, allí mismo se desmayó y la encontraron al día siguiente tumbada en el suelo y muerta de miedo.”
“Otro suceso ocurrió en Casa Campo. Durante varios años seguidos, mientras se celebraba la Misa del Gallo, moría en esa casa nada más y nada menos que una mula. Culpaban a una vieja del pueblo, pues pensaban que era bruja y creían que les había dado el mal de ojo por manía. En una Noche Buena el mulatero de la casa decidió quedarse en la cuadra, armado con palos y horcas. Vio un gato negro sobre el lomo de una de las mulas. Entonces el hombre salió rápidamente y le pegó un garrotazo. Al día siguiente se enteraron de que la vieja sospechosa de ser bruja estaba en la cama porque se había roto una pierna.”
El Embrujo de Trasmoz es una de las historias más conocidas, a causa de un suceso fantasmal. Cuentan que: marchando en procesión por los montes del pueblo, una de las mujeres devotas que tomaban parte en la misma se percató de que el hombre que la seguía no había iluminado con lamparilla su calabaza. Al requerirle la mujer que lo hiciera, cuentan que el hombre le respondió que era su difunto marido, y que no llevaba luz alguna porque ella no se la había puesto ni le había encomendado en sus oraciones, obligándole, por tanto, a vagar en la oscuridad de las tinieblas.
Se dice que, en ocasiones, los muertos se aparecen pidiendo ayuda a los mortales y que se manifiestan, entre otras maneras, a través de un plato con judías. El número de judías que el espíritu del fallecido separe del plato será el número de misas que el difunto pide para la salvación de su alma.
En muchas casa de Aragón esa noche se pone agua y comida en los poyetes de las puertas, sobre todo si hay un recien nacido, para que los espíritus se queden en la puerta comiendo, y no quieran entrar en la casa para robar las almas de los benditos. Los que podían solían marcar la puerta de la casa con agua bendita. También se solía poner un plato con aceite y un mecha debajo de la cama para proteger esta durante la noche.
Antaño, en la Noche de Ánimas se hacían turnos en el campanario de las iglesias para hacer repicar constantemente las campanas -cuyo sonido siempre se ha considerado un modo de protección- de forma que su tañido alejase a los espíritus del pueblo. Para evitar que las campanas dejasen de sonar, los jóvenes de cada lugar organizaban reuniones en los campanarios, cenando y recenando para evitar que les venciera el sueño o el cansancio, consiguiendo estar alerta durante toda la noche para lograr que las almas no se acercaran.

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