martes, 1 de marzo de 2022

¿Por qué se ensucia el sensor de una cámara réflex?

 Recientemente he tenido que llevar a limpiar el sensor de mi ya longeva cámara, Nikon D70. Aunque hay literatura digital de sobra, de gente que lleva a cabo ella misma esta acción en sus propias casas, yo he decidido llevarla a una tienda, donde la han dejado impecable por 25€. Es la primera vez que se le hacia este mantenimiento desde que la compre, allá por 2005/2006. Aunque es cierto que ya había notado alguna mancha en  fotos anteriores, el culmen ha llegado cuando revisamos las fotos que nos hicimos este verano, durante nuestras vacaciones en Tenerife, sobre todo, después de visitar el entorno volcánico del Teide, que ya os contare en otro momento.

Hoy me gustaría centrarme en cómo llegan hasta él sensor las partículas de polvo que aparecen en forma de círculos oscuros en las zonas del cielo de las fotografías realizadas con diafragmas muy cerrados.

 

 Por cierto, ya que estamos… ¿Sabéis por qué las motas se ven más claramente con el diafragma lo más cerrado posible? Pues porque al hacer eso estamos maximizando la profundidad de campo (el rango de distancia al que se ven las cosas nítidas por delante y por detrás del motivo enfocado) hasta el punto de llegar a distinguir las motas que hay sobre la superficie del sensor.

Si disparáis con el diafragma muy abierto os vais a dar cuenta de que las motas ni siquiera se ven porque la profundidad de campo es pequeña y difumina las manchas hasta el punto de hacerlas invisibles.

  Siguiendo con el tema principal, me gustaría aclarar que estas motas de polvo no representan ningún defecto en la cámara o el objetivo, y a todo usuario le aparecerán antes o después por tres factores que enumero a continuación, así que no debéis alarmaros si un día os dais cuenta de que esa pequeña mancha en el cielo no es un pájaro que pasaba por allí:

 

Cambio de objetivo

 Es el más evidente de los tres. Cuando cambiamos de óptica siempre entra algo de polvo en el interior de la cámara (medio kilo si estamos fotografiando el paso de un rallye, un poco menos en un camino polvoriento (como fue mi caso), y apenas nada si estamos en el salón de nuestra casa). El caso es que ese polvo que se queda ahí dentro tiende a pegarse en el sensor porque éste adquiere una fuerte carga electrostática mientras disparamos una fotografía. Es algo parecido a aquel experimento que hacíamos en casa con un peine y unos trocitos de papel, consiguiendo que se pegaran a él por efecto de la electricidad estática.

  

El «efecto fuelle»

 Hay gente que se pregunta cómo es posible que tengan polvo en el sensor si nunca en su vida han cambiado la óptica que venía con la cámara cuando la compraron. Pues bien, la cosa se debe a que los objetivos zoom son como fuelles a la hora de variar su longitud focal. Puesto que se extienden y se contraen cuando los empleamos, la cantidad de aire en su interior varía, y por tanto éste ha de entrar y salir durante la operación.

 

Como no vivimos en un ambiente aséptico, es inevitable que algo de polvo acompañe a ese flujo de aire en movimiento; y aunque los objetivos van sellados con una espuma aislante para evitar que entre suciedad en su interior, puede entrar algo tanto al interior del conjunto de lentes como a la parte interna de la propia cámara, planteando el mismo problema que en el primer apartado.

 El polvo en la cámara tiene fácil solución, pero si está dentro del objetivo (es raro pero puede pasar) no nos quedará más remedio que mandar la óptica al servicio técnico porque no es muy recomendable meter las manos en algo tan preciso y montado con extrema minuciosidad.

  

Condensación

 En los dos casos anteriores estamos hablando de pequeñas motas de polvo que saldrán de la cámara sin más que soplar al sensor con una pera de aire. Sin embargo, hay una circunstancia que convertirá esas motas en unas partículas que quedarán adheridas al sensor y que nos costará bastante sacar de ahí: la condensación.

 Sacad una botella del frigorífico y observadla tras un par de minutos. ¿Veis las gotitas de agua que se han formado sobre su superficie? Esas gotas no son más que la humedad del aire cálido que ha pasado a estado líquido en contacto con algo que está a baja temperatura (el mismo principio por el que se forma la lluvia).


  Pues bien, si tenemos la cámara en un lugar caliente (una casa, un coche con la calefacción puesta…) y salimos de golpe a un lugar muy frío o viceversa, se puede condensar humedad sobre la superficie del sensor. Humedad que, si bien no es muy recomendable, acaba por evaporarse pasado un tiempo, pero que va a acarrear un problema añadido: las motas de polvo al contacto con el agua se van a convertir en una especie de barro que, cuando el agua se evapore, se va a solidificar y sus restos no los vamos a poder sacar de ahí sólo con aire a presión.

 

 

 En este caso lo mejor es llevar la cámara al servicio técnico, porque aunque hay kits de limpieza consistentes en una especie de pincel húmedo para pasar sobre el sensor, yo al menos no me atrevería a poner nada en contacto con una superficie tan delicada como esa.

 Como veis, el tema de la suciedad en el sensor es algo prácticamente inevitable para los usuarios de cámaras réflex. La única estrategia posible para no encontrarnos nunca con este problema sería comprar la cámara con un objetivo fijo de enfoque completamente interno y no cambiarlo jamás; pero en tal caso estaríamos desperdiciando todo el potencial de una cámara de este tipo. Lo mejor es no temer a esto de las motas de polvo en el sensor y, el día que aparezcan, eliminarlas a las primeras de cambio con la clásica pera de aire.

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