sábado, 19 de enero de 2013

Los planes más extravagantes de la 2ªGM.

Planes estravagantesLa Segunda Guerra Mundial fue un hervidero de imaginación militar. Tanto los Aliados como el Eje dedicaron muchos recursos a la elaboración de complejas estrategias para imponerse al enemigo, lo que dio lugar a algunos de los planes más extravagantes de la historia. La mayoría no pasan de rumores, suposiciones o meros indicios, pero también existe un buen puñado de rarezas confirmadas, que casi siempre fueron totalmente inútiles.

El último plan del que se han tenido noticia responde al nombre de Proyecto Seal, que consistía en la creación por parte de Estados Unidos y Nueva Zelanda de una bomba capaz de provocar tsunamis. El arma tenía como objetivo destruir instalaciones militares en la costa de Japón para abrir vías a una invasión del país asiático, aunque el plan fue apartado unos meses antes de que se arrojaran las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Según el escritor que dice haber encontrado los informes sobre el proyecto, la bomba que se desarrolló con el apoyo logístico de Nueva Zelanda y la tecnología aportada por Estados Unidos llegó a tener potencia suficiente para causar una ola de "10 a 12 metros de altura".

El dominio de las fuerzas de la naturaleza no fue ambición exclusiva del bando aliado. Entre las especulaciones más frecuentes se habla de un gran interés de los nazis por desarrollar armas capaces de controlar el clima con tecnología similar a la del proyecto HAARP, al que las teorías conspiranoicas acusan de arma secreta. Sin embargo, no existen documentos que certifiquen el trabajo en armas climáticas.

Pero los planes disparatados fueron mucho más allá durante el conflicto. Os dejo algunos de los mas sorprendentes.

Murciélagos y otros animales explosivos

El uso de animales-bomba se encuentra entre los planes más insólitos de los Aliados. Estados Unidos tuvo entre sus planes atacar ciudades japonesas mediante un millón de murciélagos armados con bombas incendiarias. El denominado Proyecto Rayos X salió de la mente de un dentista de Pensilvania aficionado a los inventos. La Oficina de Servicios Estratégicos estadounidense acabó por aceptar el plan y, tras varios diseños y pruebas, las expectativas comenzaron a ser optimistas. Sin embargo, en 1944 aún no estaban ultimados todos los detalles, los avances en el desarrollo del murciélago-bomba eran lentos y ya se habían gastado unos 2.000 millones de dólares en el desarrollo de la idea. Estados Unidos ya había encontrado un arma mejor para poner punto y final a la guerra y canceló el proyecto.

El Special Operations Executive británico tuvo una idea similar: las ratas-bomba. En este caso, los animales estaban muertos desde el principio. La idea era sacar las tripas de las ratas muertas, rellenarlas con explosivos y enviarlas a Alemania para mezclarlas con la leña y el carbón. Al descubrirlas y lanzarlas al fuego de las calderas, las ratas explotarían produciendo un gran daño. El primer cargamento de ratas fue descubierto por los alemanes, por lo que la operación no llegó a buen término. En Rusia, durante la Operación Barbarroja, lo que empezó a utilizarse fueron perros-antitanque. Los canes eran adiestrados dejándoles pasar hambre y acostumbrándoles luego a comer debajo de los carros blindados. Una vez en el campo de batalla, los perros, ataviados con bombas y un interruptor vertical, corrían bajo los tanques enemigos. Al chocar el interruptor con el tanque, los explosivos detonaban. Esta salvaje estrategia solo funcionó al principio, hasta que los alemanes comenzaron a desconfiar de los perros.

El Eje también buscó formas diferentes de trasladar explosivos. El historiador Jesús Hernández menciona, por ejemplo, que los japoneses enviaron bombas globo con el objetivo de incendiar granjas y bosques y provocar el caos en la costa oeste de Estados Unidos y Canadá. Debido a que los globos fueron lanzados en otoño, cuando la humedad en los bosques ya era alta, hizo que los ataques apenas tuvieran efecto. Tan solo hubo seis víctimas, todas ellas civiles.

El portaaviones de hielo y las armas experimentales

El Proyecto Habbakuk, impulsado por Inglaterra, es una muestra más de que la extravagancia no era exclusiva de los nazis durante la II GM. Este plan consistía en fabricar portaaviones baratos, de construcción rápida y prácticamente inmunes a los torpedos de los submarinos alemanes. Para alcanzar tal fin, al excéntrico inventor Geoffrey Pyke se le ocurrió diseñar un portaaviones hecho de hielo y pulpa de celulosa, materiales abundantes, baratos y de gran dureza. La mezcla de estos dos materiales daba lugar a uno nuevo, al que denominaron pykrete, que era en ocasiones más duro que el hormigón. Llegó a construirse un prototipo del portaaviones en Canadá, pero las numerosas deficiencias y problemas de diseño por resolver dispararon los costes del proyecto. Irónicamente, el coste del acero que se ahorraba en la cubierta se perdía debido a la gran cantidad de acero necesitado para el sistema de tuberías diseñado para mantener frío el casco. Dicho encarecimiento, unido al cambio de circunstancias en el conflicto (Portugal dejó a los Aliados usar los aeropuertos de las Azores y el Proyecto Manhattan llegaba a su recta final), hicieron que el plan fuera cancelado. El prototipo construido en el lago Patricia permaneció un año flotando antes de derretirse. En la actualidad, su esqueleto permanece en el fondo del lago.

En el bando alemán, los vehículos y armas experimentales fueron numerosos: desde aviones invisibles hasta misiles diversos y armas como el cañón sónico —que generaba un rayo sónico de enorme amplitud, una nota aguda que superaba los 1.000 milibares a casi 50 metros—, un rayo con el que crear tifones artificiales para derribar aviones y una supuesta bomba endotérmica capaz de congelar todo en un radio de un kilómetro.

Mecheros de gas letal, pastillas explosivas y picaportes venenosos

El MI5 británico desclasificó en 2011 varios documentos que revelaban que los nazis planearon una campaña de envenenamientos y sabotajes contra los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial para causar situaciones de pánico y posibilitar la llegada de un Cuarto Reich. El plan, que incluía numerosos artilugios que parecían sacados de la imaginería de James Bond, era dejar la Alemania ocupada llena de trampas letales para los invasores. Los agentes alemanes estaban equipados con píldoras tóxicas, con aspecto de aspirinas, y mecheros que, al encenderse, desprendían gases letales y las espías de ese país llevaban armas "microbianas" ocultas en los espejitos de sus bolsos para utilizarlas contra los oficiales aliados en los países ocupados.

Los alemanes también contaban con polvos impregnados de un veneno con los que espolvorear manijas de puertas, libros, mesas y otras superficies, y unas pastillas que se dejaban en las mesas y explotaban al menor contacto. Había asimismo una pildorita que se depositaba en un cenicero y que, debido al fuego de los cigarrillo, desprendía un vapor que podía acabar con las personas que se encontraban cerca. El espionaje alemán introdujo también sustancias venenosas en barritas de chocolate, azúcar y cigarrillos. Los documentos incluyen también advertencias sobre una hebilla de cinturón en forma de esvástica que llevaba una pistola minúscula capaz de hacer dos disparos.

La guerra mágica

Aunque el historiador Jesús Hernández considera que "falta un historiador serio que investigue hasta qué punto se evaluó seriamente en la II Guerra Mundial el uso de artilugios mágicos", lo cierto es que hay muchos indicios que demuestran que el interés por lo esotérico y lo mitológico era muy elevado, especialmente en el bando alemán. El interés de Adolf Hitler por estos temas hizo que, cuando Austria se anexó a Alemania en 1938, se apropiase de la punta de la supuesta lanza de Longinos o lanza Sagrada, el arma romana que habría traspasado a Jesús cuando este estaba en el cruz. Sin embargo, fue Himmler el que más obsesión demostró por los artilugios y recursos mágicos como apoyo para la guerra. Se dice que el comandante en jefe Reichsführer de las SS buscó el reino subterráneo de Agharta, restos de la Atlántida y objetos místicos como el Santo Grial (historia que inspiró la película Indiana Jones y la última cruzada).

Los documentos desclasificados hasta ahora también revelan una fuerte confianza en la astrología y la adivinación para combatir y defenderse del enemigo. El suizo Kart Ernst Krafft llegó a alcanzar gran prestigio como astrólogo personal de Hitler. En 1939, Krafft predijo que Hitler sería objeto de un atentado entre el 7 y el 10 de noviembre. El día 8 tuvo lugar el atentado de Munich. Cuando la Gestapo comprobó que Krafft no tenía ningún conocimiento de aquella conspiración, los nazis comenzaron a dar crédito a sus predicciones y se apresuraron a crear un departamento astrológico. Krafft también pronosticó la superioridad alemana durante las batallas que tendrían lugar hasta 1943, momento en el que la balanza comenzaría a recaer a favor del bando enemigo.

La adivinación también encontró su hueco entre los Aliados. Las organizaciones de inteligencia del Reino Unido de la II Guerra Mundial se inclinaron por los astros después de que un húngaro identificado como Ludwig von Wohl les convenciera de que era capaz de adivinar las predicciones del astrólogo de Hitler.

Según Von Wohl, si Londres llegaba a saber el asesoramiento astrológico que el líder nazi estaba recibiendo, entonces podía saber cuál sería su próximo movimiento estratégico. Pese a las advertencias de los servicios secretos británicos MI5 (interior) de que Von Wohl era un "charlatán", el plan fue bien recibido por el director de inteligencia naval John Godfrey. El llamado Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE), una organización británica formada en la II Guerra Mundial con fines de sabotaje, contrató a Von Wohl para que trabajase en su área de propaganda. Fue enviado a EE UU para que emprendiese una gira de discursos a fin de convencer a un país escéptico de que Hitler podía ser derrotado. Su misión fue un éxito, según los documentos desclasificados, puesto que sus charlas y entrevistas recibieron una amplia cobertura de los medios estadounidenses. Poco después, en diciembre de 1941, el ataque japonés sobre Pearl Harbour metió a EE UU en la II Guerra Mundial.

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