domingo, 29 de junio de 2014

100 años del inicio de "La gran guerra".

 

En la primavera de 1914, el emperador Francisco José I de Austria pidió a su sobrino y heredero una misión difícil, visitar Sarajevo, actual capital de Bosnia y Herzegovina, y en ese momento parte del Imperio Austrohúngaro.

La región se había vuelto muy inestable por la presencia de grupos terroristas que rechazaban al imperio. Uno de ellos era la organización nacionalista serbia Mano Negra, que reclamaba para su reino territorios administrados por Austro-Hungría.

La mañana del 28 de junio, el archiduque Francisco Fernando arribó a Sarajevo. Allí realizó una recorrida por las calles de la ciudad junto a su esposa, la condesa Sofía Chotek, en un vehículo descapotable.

Entonces se produjo el primer atentado. Una bomba rebotó en el automóvil en el que se desplazaba y terminó estallando en el que venía detrás. En medio de los gritos y las corridas, la caravana se desarmó y el archiduque logró resguardarse en un lugar seguro.

Pero minutos más tarde tuvo que volver a salir para llegar a su siguiente destino. Increíblemente, el motor se descompuso y quedó varado en medio del camino.

Gavrilo Princip, uno de los miembros de Mano Negra que estaba desplegado en la ciudad para el atentado, se encontró con el archiduque y actuó implacablemente. Se acercó a menos de cinco metros de distancia, sacó su pistola y disparó dos veces.



Una bala le dio a Francisco Fernando en la yugular. La otra impactó en el abdomen de su esposa. Ambos murieron minutos más tarde.

Se desata la guerra

El Imperio Austrohúngaro pidió explicaciones inmediatamente a Serbia, que no se hizo cargo de lo ocurrido. Sin embargo, en los días siguientes la investigación reveló la complicidad de miembros de la inteligencia y de las fuerzas armadas.

Presionado por Alemania, su principal aliado, el emperador le envió un ultimátum en el que le exigió, entre otras cosas, la destitución y el encarcelamiento de los funcionarios implicados en el atentado, y el fin de la provisión de armamento a los terroristas.

Serbia respondió los pedidos a medias y el Imperio decidió romper relaciones. En las horas siguientes soldados serbios fueron divisados atravesando la frontera austrohúngara. El 28 de julio de 1914, Francisco José I declaró la guerra con el aval de Alemania.

Rusia reaccionó apoyando a Serbia, su histórico aliado. Francia también movilizó tropas en su favor, impulsada por su alianza con Rusia. Poco después se sumaría Gran Bretaña y así quedarían conformados los dos bandos de la Primera Guerra Mundial: la Triple Alianza, integrada por el Imperio alemán y el Imperio Austrohúngaro; y la Triple Entente, Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso.

Un conflicto que se preparaba desde el siglo XIX

El atentado fue el hecho que provocó el conflicto, pero no la causa central. Fue visto como una amenaza directa por los austrohúngaros. Pero quien impulsó a Austro-Hungría a la guerra fue Alemania. Aprovechó la oportunidad para tener un lugar más importante en Europa. Los franceses también se sentían alentados al conflicto por su enfrentamiento tradicional con los alemanes. Y los británicos temían que la influencia de Alemania en el conjunto de Europa creciera demasiado.

De todos modos, nadie pensaba que el atentado iba a desencadenar lo que pasó. Fue la excusa que se utilizó para precipitar el conflicto y terminar con los enemigos.

Las tensiones entre las potencias europeas comenzaron muchos años antes. El continente estaba aún en formación. Alemania se había unificado recién en 1871, las fronteras estaban en disputa en muchas regiones y las revoluciones amenazaban la estabilidad de casi todos los países.

Desde fines del siglo XIX y principios del XX se produjeron cambios en las relaciones internacionales que fueron abriendo camino a la guerra. Era el momento del enfrentamiento entre España y Estados Unidos (1898), que por primera vez hizo presente a este país en Europa. Por otro lado, la guerra entre Rusia y Japón (1904 - 1905), en la cual fue derrotada la que era considerada como la gran potencia continental del mundo, mostró que un país que se creía poco civilizado podía ganar. Eso provocó un cambio en el equilibrio de poder en Asia, donde Japón empezó a ser más influyente.

Pero el factor determinante fueron los cambios en Alemania, que una vez que logró la unificación empezó una carrera de desarrollo económico e industrial que la fue posicionando como una de las primeras potencias europeas. Hasta entonces se había ocupado sólo de los asuntos internos, de tener buenas comunicaciones y ferrocarriles, pero con el emperador Guillermo II empezó a mirar hacia afuera. Uno de sus objetivos fue expandirse y conquistar colonias, lo que hizo asustar a los franceses y a los británicos.

Hasta fines del siglo XIX, Reino Unido era la primera potencia mundial. Su desarrollo industrial y su poderío militar, basado en su armada, no tenían igual. Pero el avance alemán empezó a poner en cuestión esa primacía. Esa nueva competencia entre países favoreció una carrera armamentista sin precedentes.

A veces, cuando hablamos de la Primera Guerra nos centramos en la rivalidad entre alemanes y franceses, pero es importante considerar que los británicos empezaron a verse amenazados por las pretensiones de crecimiento de Alemania, algo que se propusieron impedir.

No obstante, a pesar de que las tensiones iban en aumento y de que el conflicto se venía preparando, nadie imaginaba en ese momento que la guerra iba a tener las dimensiones que tuvo.

Casi todos creían que iba a durar tres o cuatro meses, como las anteriores guerras balcánicas, pero a medida que el conflicto avanzaba se iban incorporando más países. La fabricación de armamento no paraba de aumentar y la guerra se terminó alargando de una forma que nadie pensaba. Era el comienzo de la "guerra moderna".

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