miércoles, 21 de septiembre de 2011

Reciclaje de electrodomésticos: tu dinero a la basura.

Os dejo un estudio que ha realizado la OCU y que ha escandalizado a medio pais, sobre el seguimiento de varios electrodomésticos llevados a puntos limpios. Increible pero cierto.

Generamos toneladas de residuos. Un porcentaje cada vez más grande vienen de aparatos y dispositivos electrónicos de todo tipo. Detrás de esos restos hay dinero, y también riesgos, de ahí la importancia de establecer un sistema eficiente de recogida, reutilización y reciclaje de estos aparatos... que en la práctica no está funcionando. ¿Qué se hace con ellos?

¿Qué pasa con los aparatos usados?
Cuando un aparato ya no nos sirve, no funciona, se queda antiguo… queremos deshacernos de él. Pero no podemos tirarlo a la basura sin más. ¿Qué hacemos con él? Lo llevamos a un punto limpio (puedes informarte sobre el más cercano a tu casa en www.ocu.org/puntos-limpios) o, si lo cambiamos por otro, lo dejamos en la tienda o pedimos a quienes lo traen a casa que se lleven el viejo. Sin embargo, a las plantas de reciclaje autorizadas no llegan todos los aparatos que desechamos. ¿Dónde se quedan? ¿Se desmantelan para aprovechar materiales? ¿Se convierten directamente en chatarra? ¿Se venden como metal al peso? ¿Acaban tirados en cualquier parte? ¿Tienen una segunda vida, incontrolada, en algún lugar del tercer mundo? Son muchas las sospechas. Y sin embargo, el consumidor, cuando compra un aparato, paga al fabricante la cantidad necesaria para asegurar que se recicla correctamente. Si no es así, y dejando a un lado cuestiones medioambientales,
¿quién se queda con ese dinero?

Una investigación secreta
Para salir de dudas y saber a dónde van a parar los aparatos eléctricos y electrónicos que no están llegando a las plantas de reciclaje nada como “espiar” la trayectoria de estos residuos.
Eso hemos hecho.

Un reciclador autorizado nos ha cedido quince aparatos usados, asesorándonos sobre el modo en que se despiezan y reciclan.
Los aparatos usados eran cuatro frigoríficos, cuatro lavadoras, cuatro televisores y tres ordenadores de mesa. Se trata de aparatos que deben reciclarse bien, por los peligros que para en entorno y la salud puede suponer su tratamiento incontrolado.
Dentro de cada aparato ocultamos un localizador que indica su posición por tecnología celular GPRS (la misma de la telefonía móvil), a intervalos de 10 minutos (si el aparato se desplaza) o de varias horas (si no hay movimiento). En cuatro aparatos añadimos un segundo localizador que informa vía satélite, apropiado para cubrir zonas rurales o con pobre cobertura celular.
Nos deshicimos de los aparatos de las tres formas previstas para su correcto reciclaje: 11 se depositaron en puntos limpios; 3 fueron retirados a domicilio, al entregarse otro recién comprado, y uno más fue entregado en una tienda en la que se compró un aparato similar.
Seguimos el curso de los aparatos durante tres meses.


Los resultados del estudio
Gracias al GPS que habíamos colocado en el interior de los aparatos nos ha permitido seguirles la pista y comprobar que:

Ya de entrada, el consumidor no tiene fácil deshacerse de su aparato usado
A menudo se manipulan en lugares no autorizados: chatarrerías, desguaces, naves, descampados
Hay localizaciones que se repiten, lo que nos da que pensar en circuitos paralelos, no autorizados, de desguace y chatarrería.
Algunos aparatos fueron despedazados directamente, sin control.
Aunque son minoría, también hay residuos que llegan a una planta de reciclaje autorizada, pero sorprendentemente, no siempre se trata de la más cercana a su lugar de origen. Por ejemplo un frigorífico recorrió 496 kilómetros para llegar a una planta, cuando a 60 km de su origen tenía otra.
¿Por qué pasa esto? ¿Quiénes son los responsables de que el sistema de reciclaje no esté funcionando como debería? En esta película hay de todo.

Los culpables: “los malos”
Los fabricantes.
Los fabricantes cargan en el precio de sus aparatos el coste estimado de reciclarlos: unos 20 euros por un frigorífico, 5 por un microondas... En teoría, por ley, deben dedicar ese dinero a que los aparatos electrónicos sean trasladados a plantas autorizadas donde se descontaminen y se reciclen bien. Aunque podrían ocuparse ellos mismos suelen delegar en un SIG, al que sólo pagan por los aparatos efectivamente reciclados, aunque sean una pequeña parte de los comercializados.
¿Y el resto del dinero? Pues directamente, se lo quedan… por esto son CULPABLES
Los vendedores.
Estos profesionales deben aceptar los aparatos usados que el consumidor le dé al comprar otros similares, ya sea en el domicilio (al entregar un aparato nuevo) o en la tienda, y cuando lo hacen, deben encargarse de llevarlos a donde se vayan a reciclar. En la práctica son muchos los que evitan asumir esa responsabilidad, directamente negándose a quedarse con el residuo, dando largas, cobrando al usuario y cuando lo hacen, no todos y no siempre se ocupan de ponerlos en la senda del reciclado. Por esto son CULPABLES
Los puntos limpios.
Estas instalaciones dependen generalmente de una administración (local, autonómica, cabildo, diputación, etc.) y se encargan de la recogida de residuos domésticos. Allí deben custodiarse y entregarse en buen estado a quien los transporta a la planta de reciclaje. En la práctica, no siempre están en buenas condiciones, están en lugares inaccesibles, mal señalizados, no informan bien de los horarios, o no los cumplen… Hemos detectado una indiferencia generalizada tanto hacia cómo se depositan los residuos, como hacia su custodia. Por esto son CULPABLES
Las autoridades.
Las municipales se desentienden del problema. Algunos ni siquieran saben que tienen punto limpio (que depende de ellos) ni su funcionamiento. Otras veces no informan a los consumidores, y ponen trabas a los que sólo quieren cumplir con su responsabilidad de ciudadanos “limpios”. Las autoridades autonómicas, nacionales e internacionales no ejercen control efectivo sobre la calidad de la gestión en su ámbito territorial ni se molestan en dar una información decente o actualizada sobre la situación en su entorno. Por su indiferencia y omisión son CULPABLES.

Los perjudicados: “Los buenos”
El consumidor.
Cuando compras un aparato eléctrico o electrónico pagas cierta cantidad por adelantado para costear su futuro reciclado, aunque tarde años en producirse. En la práctica, sólo 1 de cada 5 aparatos se llega a reciclar. Además, cuando te deshaces de un aparato usado, debes llevarlo a la tienda donde compras otro o a un punto limpio. Un esfuerzo que se hace de buena gana… si da resultado.
Los recicladores autorizados.
Son empresarios cuyo negocio se sustenta en todo o en parte con el dinero que recibe de los SIG por descontaminar y reciclar sus residuos, además de dedicarse a vender los materiales recuperados… pero a quienes en realidad no les está llegando más que una pequeña parte de los residuos que previsiblemente iban a sostener su negocio.
El medioambiente y la salud pública.
Los residuos tirados de cualquier manera son una fuente de riesgos. Sustancias como los gases de los frigoríficos, los aceites minerales con bifenilos policlorados de aparatos como las lavadoras, los metales pesados y restos electrónicos de las televisiones u ordenadores… son peligrosos para todos.

Los que salen ganando: los “listos”
Los “incontrolados”
Chatarreros, aprovechados, etc. cualquiera que aproveche la indiferencia y dejadez para apropiarse de los residuos. Extrae las partes más valiosas pero desprecia otras que podrían reciclarse y no tienen en cuenta la posible emisión de sustancias peligrosas que genera la manipulación de ese aparato si no se hace una descontaminación previa.
Los fabricantes.
Que se embolsan el dinero que les pagamos todos y que deberían dedicar a reciclar.

Las 5 cosas que pide la OCU

El dinero que pagamos para que se reciclen los aparatos eléctricos y electrónicos se está usando mal: financiamos el reciclaje de todos los aparatos, pero hemos comprobado que apenas se recicla el 20%. Ésta es una situación intolerable. Por eso exigimos:

  • Que se haga un estudio completo que permita conocer el estado de la cuestión. Al mismo tiempo, que haya transparencia informativa por parte de todos los agentes (fabricantes, SIGs, administraciones..)

  • Que el consumidor pueda conocer la cifra exacta que paga en concepto de reciclado de cada aparato que compra.

  • Saber lo que ingresan los fabricantes a cuenta del reciclado, lo que gastan en él y, sobre todo, lo que hacen con la diferencia.

  • Que se profesionalice la gestión de los residuos. Hay que preparar mejor al personal que interviene en la gestión de estos residuos para que sean conscientes del peligro que supone hacerlo incorrectamente y la pérdida de recursos que supone cuando no recuperamos los materiales que contienen (personal de los puntos limpios, transportistas,etc).

  • Que se controle con más rigor el cumplimiento de la ley.

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