lunes, 17 de octubre de 2011

Hoy es el Blog Action Day 2011.

Se ha hecho esperar, pero al final se ha logrado celebrar un nuevo Blog Action Day, este año dedicado a la alimentación. Hambre y pobreza, frente a sobrealimentación y derroche.


“Más de 30 niños morirán de inanición en lo que se tarda en leer este artículo. Nueve millones de personas mueren cada año”. (Amartya Sen, filósofo y economista bengalí, ganador del Premio Nóbel de Economía de 1998).

El hambre es la sensación que indica la necesidad de alimento (Wikipedia).

El hecho de que la obesidad afecte a más de 500 millones de personas en un mundo en el que cada día mueren de hambre 25.000 niños y en el que el número de personas desnutridas, sólo en el África subsahariana representa el 30% parece un contrasentido, pero es así.

Mientras en el primer mundo, la ingesta de calorías, superior a la que se precisa y el estilo de vida, donde prima la falta de ejercicio, preocupa y mucho, a los gobiernos y a los encargados de cuidar nuestra salud, en otros sitios de la tierra, principalmente en el denominado cuerno oriental de África, se mueren de hambre, pero no es una licencia literaria, no, ¡es de verdad! se mueren de hambre, y mueren adultos, niños, ancianos… y mientras, más de un tercio de la comida que se produce en el mundo acaba en el cubo de la basura.

Muchas son y han sido las campañas destinadas a, por lo menos, erradicar las hambrunas, la pobreza extrema, pero siempre han fracasado por lo que deberíamos preguntarnos el motivo, y preocuparnos seriamente de que tantos millones de personas no tengan acceso a una alimentación básica por mucho que se intente.

Y es que una cosa parece estar clara, dirigentes de países en los que sus ciudadanos pasan hambre, hasta morir, incluso con hambrunas declaradas, siguen gastando miles de millones de dólares en comprar armas, olvidando que si no hay ciudadanos medianamente alimentados, no habrá quien empuñe esas armas.
“Las hambrunas matan a millones de personas en diferentes países, pero nunca a los gobernantes” (Amartya Sen)

Como intentar reducir el hambre que inevitablemente lleva a la pobreza.

El sector agrícola es clave para reducir el hambre y la pobreza extrema. En los países en desarrollo, la agricultura es el sector productivo que agrupa a la mayoría de la población.

Casi las tres cuartas partes de los pobres de los países en vías de desarrollo viven en zonas rurales, y la mayoría de los campesinos pobres son pequeños agricultores, sin tierra propia, que intentan vender el fruto de su trabajo, a pesar de que ellos mismos y sus familias, viven en el límite de la supervivencia, por la propia deriva de su agricultura.

Luego, siguiendo la cadena, encontramos el comercio, el transporte y la elaboración de los productos, de los que intentan sobrevivir un gran número de “pequeños empresarios”, que siendo necesarios para el negocio de la agricultura, a su vez también dependen de las actividades agrícolas para sobrevivir.

Pero todos sabemos que los agricultores, (incluso en el llamado primer mundo) casi ni pueden sobrevivir: las grandes corporaciones que marcan los bajos precios, los intermediarios que multiplican por mucho el precio, que en origen es muy pequeño, y esas multinacionales que les obligan a comprar las semillas a los precios marcados por ellos, las tremendas sequías.

Por tanto, digamos que hay un cierto interés, a pesar de que se intente hacer ver lo contrario, en que se mantengan las hambrunas y la pobreza extrema, al fin y al cabo, la falta de alimentos lleva a la marginación social y la marginación social lleva a ciudadanos poco exigentes con sus políticos.
De conformidad con la legislación internacional sobre derechos humanos, los gobiernos tienen la obligación, cuando falla la acción privada, de garantizar que la población pueda gozar del derecho a disponer de alimentos suficientes.

¿Lo hacen?.

Por desgracia no.

Por tanto, seguiremos teniendo niños, adultos o ancianos que cada día mueren de hambre y otros, con obesidad y enfermedades provenientes de ella que mueren a consecuencia de un exceso de alimentación, o mejor dicho, de una mala alimentación.

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